Descubre por qué abrazar la tristeza puede ser la clave para superarla con éxito
De acuerdo a las palabras de Zygmunt Bauman, la búsqueda constante de la felicidad no es más que una enfermedad. Es importante entender que tanto la tristeza como la alegría son dos aspectos fundamentales e inseparables de nuestra existencia, y ambas son esenciales para llevar una vida verdaderamente plena. Sin embargo, parece que no somos capaces de aceptarlo o simplemente nos negamos a hacerlo.
El imperio de la aparente felicidad conlleva infelicidad
En el año 2018, un equipo de especialistas en psicología de la Universidad de Nueva Gales del Sur llevó a cabo una serie de pruebas con el fin de determinar el impacto que tiene la expectativa social de felicidad en nuestras vidas, especialmente cuando debemos enfrentarnos al fracaso.
En uno de los experimentos, los participantes fueron sometidos a ciertas tareas que estaban diseñadas para que no pudieran resolverlas exitosamente. A un grupo se le informó que existía una alta probabilidad de que no lograran resolver los problemas planteados. Otro grupo, por su parte, se encontraba en una "habitación feliz" decorada con motivadores carteles y notas alegres en las paredes. Por último, un tercer grupo estuvo en una habitación neutra y no se les advirtió nada acerca de su posible rendimiento.
Los resultados obtenidos por los psicólogos revelaron que las personas que estuvieron en la "habitación feliz" se preocuparon de manera significativa por su fracaso. Según explicaron los investigadores, "cuando las personas se encuentran en un entorno en el que la felicidad es altamente valorada, experimentan una presión interna que les hace sentir que deberían estar felices en todo momento". En consecuencia, cuando se enfrentan a un fracaso, comienzan a dar vueltas en su mente y rechazan los sentimientos negativos, lo que les genera aún más malestar.
El valor de tus emociones está en la interpretación que les des
En el año 2016, se llevó a cabo un estudio por parte de psicólogos de la Universidad Estatal de Colorado, la Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia y el Instituto Max-Planck para el Desarrollo Humano. Este experimento, de gran interés, cuestionó algunas de las creencias que tenemos arraigadas en el ámbito emocional. A lo largo de tres semanas, se realizaron seis pruebas diarias a 365 participantes para analizar su salud emocional.
Mediante este estudio, se pudo comprobar que no existe una relación directa entre los estados emocionales que consideramos negativos y una peor salud física, menor bienestar o insatisfacción con la vida. Sin embargo, aquellos participantes que etiquetaron estos sentimientos como adversos, sí informaron de un malestar mayor, tanto físico como emocionalmente.
Es importante cuestionar y reflexionar sobre nuestras suposiciones para lograr una comprensión más profunda de nuestras emociones y su impacto en nuestra vida.
Afrontar la melancolía para lograr una mejoría
En nuestra sociedad, se nos ha transmitido durante mucho tiempo una idea muy clara: hay emociones negativas que debemos eliminar a toda costa. Por eso, cuando las sentimos, nos preocupa y hacemos todo lo posible para deshacernos de ellas mediante diferentes estrategias inadaptadas, desde la evitación hasta la represión y la negación.
Sin embargo, aceptar la tristeza nos liberará de esa presión constante. Si intentamos evitarla a toda costa y la vemos como un problema, nunca podremos alcanzar la verdadera felicidad, sino que nos sumiremos en un ciclo interminable de insatisfacción.
Es importante comprender que cada emoción tiene su razón de ser, por lo tanto, en lugar de rechazar la tristeza, necesitamos entender su origen y el mensaje que nos está enviando. Incluso podemos ir más allá y abrazarla, lo que implica no conformarse con su presencia como si fuese un mal necesario del que somos prisioneros, sino acogerla con los brazos abiertos al igual que hacemos con la alegría o la felicidad.
Los provechos de la tristeza esporádica
Es necesario reconocer el valioso papel de la tristeza en nuestro mundo emocional. Esta emoción, a menudo rechazada, nos proporciona una oportunidad para la reflexión personal después de una pérdida. Es un proceso de transición que nos permite actualizar nuestras formas de pensar y aceptar la pérdida para así continuar con nuestras vidas.
No solo eso, la tristeza también puede fomentar la empatía en un nivel más profundo. Un estudio realizado en la Universidad de Queen reveló que las personas que experimentan tristeza con mayor frecuencia tienen una sensibilidad mayor a las pequeñas señales no verbales, lo que les permite comprender mejor las emociones de los demás. Además, esta emoción nos permite reforzar los lazos con nuestros seres queridos y recibir la ayuda que necesitamos en momentos difíciles gracias a la simpatía que genera en los demás.
De manera sorprendente, la tristeza también puede ser una aliada en la toma de decisiones. La sensación ocasional de tristeza estimula nuestro pensamiento crítico, lo que nos permite ver las cosas desde una perspectiva más objetiva y alejarnos del sesgo optimista que suele nublar nuestra visión. De esta manera, la tristeza nos ayuda a encontrar argumentos más sólidos y ser más persuasivos al expresar nuestras ideas.
La tristeza y la felicidad: más que emociones opuestas
La tristeza y la felicidad son dos de las emociones más comunes que experimentamos a lo largo de nuestra vida. A menudo se las considera como opuestas, como si fueran dos caras de una moneda. Sin embargo, si nos detenemos a reflexionar, nos daremos cuenta de que estas emociones son mucho más complejas y profundas de lo que imaginamos.
La tristeza es una emoción que solemos asociar con sentimientos negativos, como el dolor, la pena y la decepción. Sin embargo, también puede ser una emoción profunda y significativa, que nos permite conectar con nuestras emociones y comprender mejor nuestras experiencias. La tristeza nos invita a reflexionar sobre lo que realmente nos importa y nos da la oportunidad de sanar nuestras heridas emocionales.
Por otro lado, la felicidad es una emoción que solemos asociar con momentos de alegría y placer. Sin embargo, también puede ser una emoción efímera y superficial, si la perseguimos constantemente y la asociamos únicamente con experiencias externas y materiales. La verdadera felicidad va más allá de la gratificación inmediata y se encuentra en la satisfacción personal, las relaciones significativas y la conexión con uno mismo y con el mundo.
En realidad, la tristeza y la felicidad no son emociones opuestas, sino complementarias. Ambas son necesarias en nuestra vida para encontrar un equilibrio emocional y crecer como personas. Es importante permitirnos sentir tristeza cuando es necesario, para poder entenderla y superarla. Y también es esencial cultivar momentos de felicidad auténtica, basados en nuestras propias necesidades y valores, en lugar de perseguir una felicidad ilusoria y superficial.
No se trata de elegir una sobre la otra, sino de aprender a convivir con ambas y utilizar su poder para crecer y ser más conscientes de nosotros mismos. Así que la próxima vez que te sientas triste, no la evites. Permítete sentirla, aprende de ella y deja que te guíe hacia una verdadera felicidad.